martes, 28 de junio de 2016

Poemas que no sabías estaban inspirados en pinturas


El arte es un ejercicio integral, por lo que ningún artista puede crear una obra completamente aislado del contexto cultural de su época y sin influencia de otras manifestaciones. La interacción intrínseca y tal vez no presencial entre pintores, actores, músicos o escritores crea un ambiente artístico fluctuante y dinámico, ya que las manifestaciones artísticas se empapan y comparten una con la otra.
La comunicación entre artistas es fundamental para crear las composiciones más fieles a otra base o expresión artística y no sólo me refiero a las artes plásticas, pues de la literatura, la poesía en especial, se han valido muchos músicos, cineastas y artistas plásticos para crear nuevas obras inspiradas en los versos de un poema.
Tal fue el caso de la cantante e intérprete Lana del Rey, quien en el 2012 lanzó ‘Body Electric’, una canción creada con los vestigios de la lectura y el entendimiento que Lana tuvo sobre Walt Whitman y su poema “I Sing The Body Electric”. Las letras de esta poesía no sólo fueron la semilla que sembró la creatividad en Lana para componer y escribir su canción, también fueron parte del título y coro de su pieza, connotando la influencia que no sólo el poema, sino el autor tenía sobre ella.

“Yo canto al cuerpo eléctrico, me abrazan los ejércitos de quienes amo y yo los abrazo, no han de soltarme hasta que yo vaya con ellos, hasta que les responda, hasta que yo los purifique y los colme con la carga de mi alma”.


Como este ejemplo, a muchos nos sorprendería enterarnos de las verdaderas inspiraciones en forma de papel, tinta y rima alrededor de las que muchos artistas han recreado su propio arte, pintores de diversos géneros y estilos que conocerás a continuación.



“Mourning Picture” (1890) – Edwin Romanzo Elmer

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“Morning Picture” – Adrienne Rich

“Retrato de la Mañana”

“Se han llevado la silla de caoba y el balancín de caña
fuera del marco del arbusto de lila,
y mi padre y mi madre se sientan allí oscuramente, con ropas oscuras.
Nuestra casa de madera se mantiene firme en su colina,
mi muñeca se encuentra en su cochecito de mimbre
mirando al oeste de Massachusetts.
Este fue nuestro mundo.
Podría recrear cada eje de la hierba
sintiendo su escofina en mis dedos,
extraer el mapa de cada hoja lila
o la red de venas sobre la mano 
cansada y doliente de mi padre.

Fuera de mi cabeza, media rota,
sigo llenándola, de sueños condensados
sombras, cristales, techos, prados, globos de rocío.
Bajo el verde opaco de las lilas, a la luz
tallando cada radio del cochecito, el pórtico de pilares torneadas,
en virtud de nubes altas a principios del verano,
Soy Effie, visible e invisible;
recordando y recordada”.

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“Landscape with Fall of Icarus” (1558) – Pieter Bruegel the Elder

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“Musée des Beaux Arts” – Wystan Hugh Auden

“Museo de Bellas Artes”

“Nunca se equivocaron sobre el sufrimiento
los Viejos Maestros; qué bien entendieron
su lugar en lo humano; cómo sucede
mientras otros por ahí abren una ventana,
comen o en algún lado caminan sin fijarse;
cómo, mientras los ancianos apasionadamente
esperan el milagroso alumbramiento,
debe siempre haber niños patinando
en un estanque a la orilla del bosque 
que no tienen especial interés en que suceda;
nunca olvidaron que incluso
el temible martirio debe seguir su curso 
a como dé lugar en una esquina,
en algún lugar sucio donde llevan los perros su
vida de perros y el caballo del verdugo
se rasca el trasero inocente contra un árbol.
En el Ícaro de Brueghel, por ejemplo: cómo se aleja
todo, placenteramente, del desastre; el labrador
pudo haber oído el chapoteo, el desamparado grito, 
pero para él no se trataba de un fracaso importante: el sol brillaba como debía en las blancas piernas que desaparecían entre las aguas verdes;
y el airoso y delicado buque, que algo asombroso debió ver
—un niño que caía del cielo—
tenía que ir a algún sitio y navegó con calma
“.

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“Hunter in the Snow” (1565) – Pieter Bruegel “El Viejo”

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“Hunters in the Snow” – William Carlos Williams

“Cazadores en la Nieve”

“El panorama es el invierno
montañas nevadas
al fondo el retorno

de la caza se acerca la caída de la tarde
por la izquierda
los fornidos cazadores traen

de vuelta la jauría el letrero del mesón
colgando de una
bisagra rota es un ciervo un crucifijo

entre sus astas el helado
patio del mesón está
desierto salvo por la hoguera

enorme que flamea al viento atizada
por mujeres que se agrupan
en torno a la derecha más allá

de la colina hay trazas de patinadores
Brueghel el pintor
preocupado por todo esto escogió

un arbusto azotado por el viento como
primer plano
para completar su pintura”.

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“The Old Guitarist” (1903) – Pablo Picasso

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“The Man with the Blue Guitar” – Wallace Stevens

“El Hombre de la Guitarra Azul”

I

El hombre inclinado sobre su guitarra,
Un pobre sastre. El día era verde.
Dijeron: «Tienes una guitarra azul;
No tocas las cosas como son».
El hombre replicó: «Las cosas como son
Cambian en la guitarra azul».
Entonces le dijeron: «Tócanos un aire
Más allá de nosotros, que sea nosotros mismos,
Un aire en la guitarra azul
De las cosas exactamente como son».


II

Llevar no puedo un mundo muy redondo,
Aunque lo enmiendo como puedo.
Canto a la testa del héroe, bronce
Barbado y largo ojo, mas no al hombre,
Aunque le enmiendo como puedo
Y al hombre casi a su través alcanzo.
Si cantar casi al hombre
Es evitar, con ello, las cosas como son,
Decid que es la serenata de un
Hombre que toca una guitarra azul.


III

Ah, tocar al hombre número uno,
Mover la daga en su corazón,
Extender su cerebro en la tabla
Y extraer los acres colores,
Clavetear su mente en la puerta,
Sus alas esparcidas a la lluvia y la nieve,
Golpear sus vivos gritos,
Tocarlos, golpearlos, hacerlos realidad,
Golpearlos desde un salvaje azul
Rasgueando el metal de las cuerdas…


IV

¿Es esto la vida, pues, las cosas como son?
En la guitarra escoge su camino.
¿Un millón de personas en una
Sola cuerda, y en ella todo su ademán,
Y todo su ademán, incierto y cierto,
Y todo su ademán, violento y delicado?
Los sentidos invocan loca y astutamente,
Como un zumbar de insectos en el aire de otoño,
Y eso es la vida, pues, las cosas como son,
Este zumbar de la guitarra azul.

wallave-stevens




“Nude Descending a Staircase” (1912) – Marcel Duchamp

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“Nude Descending a Staircase” – Joseph Charles Kennedy
“Desnudo Descendiendo una Escalera”

Dedo a dedo, un nevado alud de carne,
cáscara de limón, mujer pendiente,
se dispersa en la luz por la escalera
sin nada encima. Encima, nada en mente.
Espiamos tras la barandilla el firme
rastrillar de sus piernas y pedazos;
los labios dejan rastros en el aire
que se parte a sus partes y a sus pasos.
Esta cascada de mujer ostenta
su descenso pausado, capa y horma,
y al detenerse en el postrer peldaño
ciñe sus movimientos a su forma”.

joseph-kennedy



“The Starry Night” (1889) – Vincent Van Gogh

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“The Starry Night” – Anne Sexton

“La Noche Estrellada”

“La ciudad no existe
salvo allí donde un árbol de pelo negro
se remonta como una mujer ahogada hasta el cielo encendido.
La ciudad está en silencio. La noche bulle con once estrellas.
¡Oh, noche estrellada! Así quisiera
yo morir.

Se mueve. Todas están vivas.
Hasta la luna se hincha
en sus grilletes anaranjados
para apartar a los niños, como un dios, de su ojo.

La vieja serpiente invisible engulle las estrellas.
¡Oh, noche estrellada!
Así quisiera yo morir:

bajo la impetuosa bestia del nocturno manto,
succionada por ese dragón inmenso, para separarme
de mi vida sin bandera,
sin vientre,
sin llanto”.
anne-sexton

“The Disquieting Muses” (1918) – Giorgio de Chirico

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“The Disquieting Muses” – Sylvia Plath

“Las Musas Inquietantes”
Madre, madre, ¿qué tía tan mal nacida?
¿O qué prima tan desfigurada y repulsiva
Te llevó a cometer la necedad
De no invitarla a mi bautizo, al que ella
Mandó en su lugar a esas señoras
Con cráneos como huevos de zurcir que cabeceaban
Y cabeceaban sin parar arriba y abajo,
A un lado y al otro de mi cuna?

Madre, tú que inventabas a nuestra medida
Los cuentos de Mixie Blackshort, el heroico oso;
Tú, cuyas brujas siempre, siempre terminaban
En el horno transformadas en pan de jengibre,
Me pregunto si también las veías, si decías
Aquellas palabras para librarme de aquellas tres señoras
Que cabeceaban por la noche alrededor de mi lecho,
Sin boca, sin ojos, con el cráneo calvo y recosido.

Durante el huracán, mientras las doce ventanas
Del estudio de padre se hinchaban hacia dentro
Como burbujas a punto de estallar, tú nos dabas de comer
A mi hermano y a mí leche con cacao y galletas,
Y nos ayudabas a los dos a corear:
“Thor está enojado: ¡Bum, bum, bum!
Thor está enojado: ¡A la porra con él!”
Pero aquellas señoras rompieron los cristales.

Cuando las compañeras del colegio bailaban
De puntillas, centelleando como cocuyos
Y cantando la canción de la luciérnaga, yo no podía
Levantar ni un pie con aquel vestido resplandeciente,
Y me quedaba a un lado, con mis pies de plomo,
En la sombra proyectada por aquellas madrinas
De tétricas cabezas, mientras tú gritabas y gritabas:
La sombra se alargaba, las luces se extinguían.

Madre, me obligaste a dar clases de piano,
Y alababas mis arabescos y mis trinos,
Aunque todos los profesores hallaban mi manera de tocar
Extraña, rígida, antinatural, a pesar de las muchas escalas
Y de las muchas horas que practicaba, pues no tenía
El menor oído musical, no, y era incapaz de aprender.
Pero aprendí, querida madre, aprendí en otro lugar
Y de otras maestras: de esas musas que tú no contrataste.

Un día desperté para verte, madre,
Flotando encima de mí, por el aire más azul,
En un globo verde brillante, con un millón
De flores y de petirrojos azules que jamás,
Jamás ha visto nadie en ninguna parte.
Pero el pequeño planeta desapareció de repente
Como una pompa de jabón cuando tú gritaste: “¡Ven aquí!”
Y yo volví a hacer frente a mis compañeras de viaje.

Día y noche, a los pies y a la cabecera, a ambos lados de la cama,
Las tres me vigilan vestidas con sus túnicas de piedra,
Sus rostros en blanco, como el día en que nací.
Sus sombras se alargan en el sol del ocaso
Que nunca se vuelve más brillante ni termina de ponerse.
Sí, este es el reino al que me engendraste,
Madre, Madre. Pero no voy a fruncir el ceño
Para no desvelar la relación que mantengo”.

sylvia-plath




“L’Estaque” (1883) – Paul Cézanne

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“Cézanne’s Ports” – Allen Ginsberg

“El Puerto de Cézanne”

“En primer plano, vemos Tiempo y Vida
precipitados en su carrera
hacia la izquierda del cuadro,
donde la orilla se encuentra con la orilla.
Pero ese lugar de encuentro 
no está pintado;
no figura en el lienzo.

Porque el otro lado de la bahía
es el cielo y la eternidad,
con una lívida bruma blanca sobre sus montañas.

Y el agua inmensa de L’Estaque es un intermediario
para los diminutos botes de remos”.

allen-ginsberg




Las estrofas de los poemas que estos artistas reprodujeron no como una copia, sino como una proyección de su propia perspectiva sobre la poesía, no son más que las musas en forma de letras por las que estos pintores internacionales se dejaron enamorar.
La inspiración no es una instrucción ni un listado de características que hay que seguir, la inspiración es la que te permite aprender de ella, sentir a través de ella y crear con ella, siempre bajo las concepciones que acompañen todos y cada uno de los pensamientos, sentimientos y particulares ideas de cada artista.

La vida misma nos ofrece un sinfín de motivos para inspirarnos a crear a partir de algún detalle, algunos segundos o cualquier rasgo que atraiga nuestra atención, todo lo que nuestra creatividad pueda construir, los artistas son quienes le dan vida a todas esas ideas efímeras que muchos tenemos pero pocos plasman en un lienzo o cualquier otra reproducción artística.

Por 

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