Zelda, igual que Scott, escribía cuentos y cartas; realizó una novela autobiográfica titulada Resérvame el vals, en la que se observa un gran talento literario. De joven siempre quiso ser bailarina pero lo dejó, cuando creció intentó retomarlo pero no tuvo gran éxito. Zelda vivía obsesionada con su nueva pasión y, mientras vivía en Europa, intentaba hacer que ésta rindiera frutos.
Cuando Zelda publicó su novela, Scott se indignó al descubrir que su esposa se había basado en sus vidas para su trabajo literario. Por lo que, según su nieta Eleanor Lanahan, Zelda debió borrar los párrafos que Scott solicitó.
Aunque Zelda es recordada como una gran escritora y una naciente bailarina, la realidad es que también fue una gran ilustradora y pintora. Era una gran artista, brillante y dotada con mucho talento. Ella lo sabía y, aunque no es muy conocida por esto, hizo trabajos de ilustración que sirvieron para darle vida a las páginas de novelas hoy clásicas, de escritores como Tolkien, Sylvia Plath, las ilustraciones de la época del Jazz en los textos de William Faulkner y sus creaciones caricaturescas en la obra de Flannery O’ Connor.
Aunque Zelda es recordada como una gran escritora y una naciente bailarina, la realidad es que también fue una gran ilustradora y pintora. Era una gran artista, brillante y dotada con mucho talento. Ella lo sabía y, aunque no es muy conocida por esto, hizo trabajos de ilustración que sirvieron para darle vida a las páginas de novelas hoy clásicas, de escritores como Tolkien, Sylvia Plath, las ilustraciones de la época del Jazz en los textos de William Faulkner y sus creaciones caricaturescas en la obra de Flannery O’ Connor.
Muchas de sus pinturas habían sido exhibidas en 1924 pero la respuesta del público la decepcionó. El único periódico que habló de sus pinturas fue The New Yorker y lo hizo escuetamente diciendo que eran “pinturas hechas por la casi mística Zelda Fitzgerald; con algunos matices emocionales o asociaciones de la tan llamada Era del Jazz”.
Zelda continuó sus ilustraciones, aunque lo hizo en un ambiente más privado. Muchas veces recluida en los sanatorios que visitaba, sobre todo en el Hospital Highland de Asheville, Carolina del Norte. En sus obras se refleja la tensión que formaba parte de su vida prácticamente todo el tiempo. Pasó sus últimos años trabajando en su segunda novela –la cual nunca completó– y pintando.
Zelda continuó sus ilustraciones, aunque lo hizo en un ambiente más privado. Muchas veces recluida en los sanatorios que visitaba, sobre todo en el Hospital Highland de Asheville, Carolina del Norte. En sus obras se refleja la tensión que formaba parte de su vida prácticamente todo el tiempo. Pasó sus últimos años trabajando en su segunda novela –la cual nunca completó– y pintando.
El libro Zelda: una vida ilustrada, el mundo privado de Zelda Fitzgerald hizo una recopilación de 140 ilustraciones y 80 pinturas de Zelda en los últimos años de su vida: los 30 y 40. Fueron compiladas por su nieta Eleanor Lanahan, quien se dedica a escribir y es directora de cine.
Sus pinturas psicodélicas son un reflejo de alegorías bíblicas que hizo no sólo para los libros de los grandes escritores, sino también un regalo para su hija Scottie: un mundo psicoemocional que reflejaba su pasión por los cuentos de hadas, lo absurdo y el sentido de la belleza.
Falleció calcinada en 1948 en el incendio del hospital Highland, pero nos dejó sus dibujos para recordarla.
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